Hazrat Mirza Ghulam Ahmad de Qadián
Las líneas siguientes son unas breves notas sobre la vida y misión de Hazrat Mirza Ghulam Ahmad de Qadián, el Mesías Prometido. Su advenimiento a finales del pasado siglo halló a las naciones musulmanas en una situación de estancamiento y declinación material y espiritual, de la que parecían no tener solución. Tras la muerte del Santo Profeta Mohammad (Ia paz y bendiciones de Dios sean con él) en el año 632 de la era cristiana, el Islam se había extendido en la mayor parte del mundo civilizado y conservó su influencia a lo largo de muchos siglos. Sin embargo, sus seguidores comenzaron a alejarse de las enseñanzas del Santo Corán, de forma que Dios les privó de su predominio y les hizo probar la copa de la amargura y humillación.
Tal como estaba señalado o en antiguas profecías, un Resurgidor y Amonestador ha sido enviado a los musulmanes, pero, al igual que todos los verdaderos mensajeros de Dios, fue rechazado y perseguido por su generación. Su obra, sin embargo, está floreciendo y dando lugar a ricos frutos destinados a triunfar sobre la incredulidad y el error. Las misiones Ahmadía del Islam predican en la actualidad el mensaje del Islam en América, Europa, Asia y África. Están esclareciendo para los auténticos buscadores de la verdad los errores del cristianismo, y advirtiendo a la humanidad de los peligros a los que está abocada en sus propósitos materialistas, ateos y pecadores. Es realmente extraordinario observar cómo los mismos musulmanes que le rechazaron están adoptando poco a poco su interpretación de la fe islámica, de forma que a su debido tiempo estarán dispuestos a unírsele en su objetivo.
Existe una gran escasez de biografías de Ahmad, el Mesías Prometido, en lengua castellana, a pesar del gran número de libros escritos en árabe, urdu e inglés. Esta pequeña obra pretende ayudar, de forma escueta, a los que desean familiarizarse con su vida, esperando que sirva de base para un estudio más detallado.
Lo que sigue es un breve relato de la vida y misión del fundador de la Comunidad Ahmadía del Islam, Hazrat Ahmad, a quien consideramos como el Mesías Prometido de la época presente cuya venida estaban y están aguardando los seguidores de todas las religiones.
Hazrat Ahmad nació el 13 de febrero de 1835 en Qadián, una pequeña aldea perdida en el de la India y carente de todo tipo de comunicaciones con el resto del mundo. Era descendiente de un famoso jefe de origen persa llamado Halli Barlas, que en su tiempo llegó a gobernar el Asia central.
Hazrat Ahmad recibió su educación elemental en su propia casa, y ya desde la infancia mostró una gran indiferencia hacia las cosas materiales. Dedicaba la mayor parte de su tiempo al estudio del Santo Corán y otros libros religiosos islámicos así como a la oración a Dios Todopoderoso. Aunque también aceptó responsabilizarse de algunas tareas domésticas y familiares que le fueron encomendadas, su falta de interés en los asuntos mundanos era motivo de grave preocupación para su padre. Contrajo matrimonio a la edad de 16 años.
En aquel tiempo, mediados del siglo 19, el Islam estaba siendo violentamente atacado en la India por los misioneros cristianos y por una secta hindú llamada Aria Samaj. Ante esta situación y entristecido por el lamentable estado de los musulmanes que eran incapaces de defender el honor de su profeta y de su fe, Hazrat Ahmad asumió la responsabilidad de defender al Islam. A partir del año 1882 comenzó a destacar como un erudito y elocuente orador a la vez que distinguido predicador del Islam a través de la publicación de artículos en la prensa local, la publicación de cuatro libros que crearon un gran impacto en aquella época, y la participación en diversos debates religiosos.
En ese mismo año, en 1882, recibió una revelación divina en la que Dios le informaba que le había designado ser el Reformador del catorceavo siglo de la era musulmana y declaró que reestablecería sobre la tierra la fe que de ella había desaparecido. La etapa decisiva de su vida llegó en 1890 cuando anunció, por mandato divino, que él era el Mesías Prometido y el Mahdi cuyo advenimiento había sido profetizado por el Santo Profeta Mohammad y esperado durante siglos por los musulmanes. Esta declaración suscitó la ira de los clérigos musulmanes a lo largo y ancho de la india, quienes al igual que los fariseos y escribas que se opusieron a Jesús, se sentían inmensamente celosos de las enseñanzas de Hazrat Ahmad y de su supremacía espiritual. Estos musulmanes ortodoxos no solo le condenaron como incrédulo y apóstata sino que incitaron a las masas a asesinarle. El 23 de marzo de 1889, hace hoy exactamente cien años, Hazrat Ahmad fundó la Comunidad Ahmadía del Islam. De acuerdo con los signos mencionados en el santo Corán y en las antiguas escrituras, durante el resto de su vida, hasta que falleció el 26 de mayo de 1908, Hazrat Ahmad cumplió plenamente la colosal tarea de establecer la superioridad del Islam sobre todas las demás religiones del mundo. Le fue devuelta al Islam su gloria original y el proyecto que fue iniciado a través del mandamiento explícito de Dios Todopoderoso, continúa siendo llevado a cabo por sus sucesores y seguidores, que propagan la belleza del Islam en todos los continentes de la tierra.
El Mesías Prometido, Hazrat Ahmad fue un hombre de gran estatura espiritual. Su vida era inmaculada y, al igual que Jesús, pudo afirmar: ¿Hay alguien que pueda señalar algún pecado en mí?. Igual que sucedió con otros profetas, la maldad y sufrimientos de la humanidad pesaron gravemente sobre sus hombros. Oró igual por sus amigos que por sus enemigos y pidió a Dios que bendijera a los primeros y mitigara el castigo de los segundos. No deseó ningún mal ni siquiera a sus mas enconados enemigos y afirmaba: “no considero a nadie en mundo como enemigo mío. No siento odio hacia los individuos sino solo a las falsas creencias que mantienen”
Poseía una mente liberal y estimulaba a sus discípulos a que hicieran estudios religiosos comparativos pues estaba convencido que la clave del triunfo del Islam estaba en la difusión del conocimiento y la lucidez mental.
Su humildad le llevo a iniciar su misión con timidez, y cuando la carga le resultaba difícil de soportar depositaba su sola confianza en Dios. Publicó las revelaciones que recibía de Dios aun cuando parecía que su propio carácter iba a frustrar el cumplimiento de su objetivo; sus consejeros más mundanos le sugerían en ocasiones que determinados pasos eran inoportunos, y sus adversarios le ridiculizaban; sin embargo solo prestó obediencia a los mandamientos Divinos. Tal como escribió el Mesías Prometido: “La religión consiste en que nuestro estado, acciones, movimiento y condiciones estén regulados por la voluntad de Dios y Su Mensajero”.
La Comunidad que fundó el Mesías Prometido, la Comunidad Ahmadía del Islam, siempre ha estado enfrentada a una oposición amarga, ofensiva y a veces violenta, y sin embargo pronto hubo de ser reconocida, con asombro, como las fuerza religiosa más dinámica que defendía la causa del Islam. En la actualidad la Comunidad Ahmadía musulmana que fundó el Mesías Prometido posee más de doscientos millones de fieles en todo el mundo repartidos en 176 países y unidos por un lazo universal de amor y hermandad. Los áhmadis, como así nos llamamos, estamos consagrados al servicio de la humanidad. Nuestro espíritu de entrega y dedicación es apreciado profundamente allí donde la Comunidad se ha establecido. Hemos construido cientos de millares de mezquitas en distintos países así como escuelas y hospitales en zonas necesitadas del tercer mundo. También hemos realizado la traducción del Santo Corán a todas las lenguas principales, entre ellas al español. Nuestro trabajo misionero ha inaugurado una nueva tradición en el Islam. Este trabajo, sostenido económicamente mediante las aportaciones voluntarias de los fieles y organizado por personas dedicadas, no tiene paralelo entre los demás musulmanes. Ninguna barrera de color, raza, lengua o nacionalidad se permite que se interponga en este camino de devota entrega para promover la unificación de la humanidad a través del Islam.
Hazrat Ahmad, el Mesías Prometido, explica cuál es el fin de esta Comunidad:
“El objeto de fundar esta Comunidad es conseguir un grupo de hombres bondadosos que sean modelo de rectitud y virtudes, para que un gran número de estas personas virtuosas ejerzan su influencia sobre los seres humanos con sus vidas ejemplares de altas cualidades morales y espirituales y su solidaridad sea motivo de gran bendición, grandeza y consecuencias positivas para la humanidad. Intentad por todos los medios que sus bendiciones se extiendan por todo el mundo; que en cada corazón surja el amor puro a Dios y a los hombres y que de este amor brote una fuente cuyas aguas conformen un gran río de espiritualidad”