RESUMEN DEL SERMÓN DEL VIERNES
Por el Jefe de la Comunidad Ahmadía del Islam, 26 de agosto, 2005
HABLULLAH.
Hazur pronunció su sermón en Manheim, Alemania, con ocasión del Llalsa Salaha. Comenzó con la recitación del versículo 104 del Sura Al Imran: “Y aferraos fuertemente todos juntos, con la cuerda de Al-lah, y no os dividáis; y recordad el favor de Al-lah que Él os concedió cuando erais amigos, y Él unió vuestros corazones en el amor, para que con Su gracia os hicierais como hermanos; estabais al borde de un abismo de fuego y Él os salvó. Así os explica Dios Sus mudamien– tos, para que seáis guiados”. (104). Hazur explicó que en este versículo Dios alienta a los creyentes a convivir como un solo cuerpo y a aferrarse a la cuerda de Al-lah para ser beneficiarios de Sus mercedes y premios.
La historia da testimonio de la gran transformación producida por el advenimiento del Santo Profeta (p.b.D.). Esta transformación creó vínculo tan estrecho de hermandad entre los ansaris de Medina y los emigrantes de la Meca, que estuvieron dispuestos a compartir entre ellos la mitad de cuanto disponían.
En este sentido, viene a la memoria una escena de aquella época en la que un musulmán ofrecía agua a los heridos de guerra. Este se disponía a ofrecer agua a un herido agonizante, cuando oyó otro gemido. Al oírlo, el primer herido dijo que se hallaba en mejores condiciones que el segundo y que le diera a él antes de beber. Al llegar al segundo herido, escuchó otro gemido. Al oírlo, el segundo herido dijo que el tercero tenía más derecho a beber que él. Al acercarse al tercer herido, este ya había entregado su alma a Dios. Cuando regresó junto al segundo, también había exhalado su último suspiro, y al llegar al tercero, también había fallecido.
Este es el sublime espíritu de sacrificio que caracterizaba aquellos musulmanes. Esta revolución fue posible a la fuerza moral y espiritual que los musulmanes consiguieron al aferrarse sólidamente a la cuerda de Al-lah. Esta cuerda era la cuerda del Santo Corán y la cuerda del Santo Profeta (p.b.D.) y tras él, la cuerda de sus cuatro Jalifas. Mientras los musulmanes se mantuvieron aferrados a esta cuerda, fueron guiados por el camino recto, más cuando intentaron cortarla, su fuerza se debilitó. Aunque consiguieron victorias temporales, su poder fue debilitándose y su fuerza, disminuyendo. Pasaron de ser grandes conquistadores al estado deplorable en que hoy se encuentran algunas naciones musulmanas, que lo han perdido todo por haber dado preferencia a sus intereses personales, a Al-lah y Su Mensajero y por haber destruido el amor fraternal.
Los musulmanes han visto las consecuencias de su corrupción y desagradecimiento a Al-lah. Sin embargo, Al-lah, que prometió que Su Sharia, revelada al Santo Profeta (p.b.D.), el último profeta portador de la Ley, perduraría hasta los últimos días, no iba a permitir que su religión se borrara de la faz de la tierra. Anunció que volvería a ser revivida por un enviado Suyo, el Mesías Prometido, que aparecería entre los ajirin (los últimos) de su Ummah. Al final del versículo recitado dice: “para que seáis guiados”. Advierte a los musulmanes que, tras ver el cumplimiento de las
Profecías divinas, aprendan la lección y crean en el Mesías Prometido. Los ahmadis también deben reflexionar en esta admonición. Del mismo modo en que hace 1400 años se produjo una revolución haciendo que los enemigos se unieran como un solo cuerpo tras el advenimiento del Santo Profeta (p.b.D.), del mismo modo ha ocurrido otra revolución en esta época que nos ha hecho estrechar los lazos de fraternidad nuevamente.
El Santo Profeta (p.b.D.) anunció que la etapa del Jilafati Rashda (los cuatro primeros Jalifas) sería breve, pero que esta época el Jalifato permanecería hasta el Día del Juicio. En cuanto a quienes dudan al respecto, les advierto que su único propósito es romper la cuerda de Al-lah y crear disensión en la Comunidad. En estos momentos, la cuerda de Al-lah está representada por el Mesías Prometido, y solo es posible aferrarse a ella obedeciendo sus enseñanzas y mostrando adhesión a su Jalifato. Por lo tanto, debéis aferraros a esta cuerda con firmeza, para evitar vuestra perdición y destrucción y la destrucción de vuestras generaciones. Y para conseguirlo no es suficiente una declaración verbal, sino que es preciso cumplir todas las condiciones del Baiat, por muy severas que sean.
Después de tres años se cumplirá el centenario del establecimiento del Jalifato Ahmadía. La Comunidad está intensificando sus preparativos para celebrar este evento. En este sentido anuncié un plan de oraciones. Aunque muchos ahmadis lo están cumpliendo, deben tener en cuenta que deben estar acompañados de un alto estándar de adoración. Hasta que no se ofrezca un ejemplo auténtico de sacrificio y se otorguen los derechos al prójimo, nuestros ayunos y oraciones serán vanos. Respecto a los sacrificios financieros, Alemania prometió hace diez años la construcción de 100 mezquitas. Quiero indicar que el ritmo de construcción es muy lento. Debéis pedir a Dios para que acelere el ritmo de trabajo y se eliminen los obstáculos. También debéis elaborar un plan para la celebración del centenario del jalifato, contando con las organizaciones auxiliares.
El Santo Corán dice: “Los que gastan en la prosperidad y en la adversidad, y los que reprimen su cólera y perdonan a los hombres; pues Al-lah ama a los que hacen el bien”. Quiere decir que Dios ama a quienes se perdonan mutuamente por la causa de Dios. Son aquellos que se perdonan mutuamente renunciando a su ego para establecer el amor y fraternidad en la sociedad y no toman venganza por pequeñas ofensas en aras de un falso concepto de superioridad. Los ahmadis no poseen superioridad alguna, salvo en el taqwa, como dice Dios en el Santo Corán: “El más honorable a los ojos de Dios es el más virtuoso”. Si se desea obtener el amor divino, hay que renunciar a estos falsos ídolos, y no hay que devolver mal por mal, sino hacer el bien. Este es la yihad que el ahmadi debe emprender para establecer una sociedad ideal. Solo a través del taqwa podrá renunciar a su ego y enojos y dar prioridad a los derechos del prójimo.
El Mesías Prometido dice para adquirir el taqwa es preciso adoptar la pobreza y la sencillez. El orgullo nace de la pasión y de la ignorancia. Surge cuando uno da preferencia a su persona ante de los demás. También dice que cuando una persona se enfurece no actúa con sensatez, pues pierde el control y lanza imprecaciones sobre los demás, viéndose privado de esta forma de espiritualidad. No podremos atraer al mundo bajo la bandera del Islam exhibiendo ejemplos de mal carácter. Al emigrar a estos países, muchos ahmadis han mejorado su situación económica. Como agradecimiento, debéis aferraros con mayor solidez a la cuerda de Al-lah. Solo de esta forma adquiriréis un respeto que os protegerá del enemigo. De lo contrario, Dios advierte que perderéis vuestro honor y adquiriréis cobardía en su lugar. Debéis mostrar paciencia y perseverancia ante las injusticias y fomentar el respeto mutuo. Solo de esta forma se producirá una transformación espiritual dentro de la Comunidad.
El Santo Profeta (p.b.D.) dijo que Dios alejará las inquietudes y dificultades de la persona que aleja las dificultades de su hermano, concederá comodidad y facilidad a quien provee a un necesitado; tapará las faltas de quien cubre las faltas de un musulmán, y ayudará a quien ayuda a su hermano. Esto no significa que se permita la difusión de inmoralidad y corrupción en la Comunidad. En tal caso, el ahmadi deberá informarme a mí personalmente o a sus superiores, e intentará reformar a la persona en cuestión, sin difundir en público sus defectos. El Santo Profeta (p.b.D.) dijo que los creyentes que se aman entre sí son como un solo cuerpo. Si enferma una parte, al cuerpo entero sufre fiebre. También dijo que no está permitido que un musulmán rompa la relación con otro musulmán por más de tres días ni que se abstenga de saludarle cuando le encuentra en el camino. Los enfados prolongados crean aflicciones que perjudican al honor de la comunidad, dando la oportunidad de críticas al ajeno.
Nosotros, al declararnos ahmadis nos hemos comprometido a aceptar el pacto del Baiat del Mesías Prometido y a cumplirlo. Solo de esta forma podremos originar una transformación pura en nosotros y en la sociedad. El Santo Profeta (p.b.D.) dijo que entre los creyentes hay algunos que no son profetas ni mártires, pero estos últimos envidiarían su posición en el Paraíso. Dijo que son aquellos que amaban al prójimo por Dios, sin tener ningún parentesco o interés por medio. Sus rostros estarían iluminados y no sufrirían tribulación alguna en el Día en que los demás sufrirán angustia. Después leyó estos versículos: “A los que aman a Dios con sinceridad no les abatirá ninguna desgracia ni se afligirán.” Por lo tanto, Dios se convierte en el mejor amigo de quien intenta alcanzar Su proximidad. Le libra de las aflicciones, cubre sus necesidades y aleja sus temores.
El Mesías Prometido dice que no se puede adquirir la auténtica fe hasta que uno no sacrifique la propia comodidad en aras de la comodidad de su hermano. El Mesías Prometido espera de nosotros, que hemos proclamado habernos aferrado a la cuerda de Dios para obtener Su agrado, que a través de nuestras plegarias y obras adquiramos un alto estándar de moralidad. Para preservar estas bendiciones es preciso resolver las diferencias mutuas y reforzar los lazos de amor con nuestro ejemplo práctico, perdonando los defectos ajenos. En estos días en que los musulmanes están en el punto de mira de la mayoría, debemos demostrar al mundo que somos nosotros quienes extendemos el amor y la paz en la tierra a través del ahmadiat o el verdadero Islam, y somos quienes nos hemos aferrado a la cuerda de Dios. Que Dios nos ayude a entender nuestra responsabilidad y que este Llalsa sea un medio de reconciliación mutua para que seamos acreedores de las mercedes divinas.